miércoles, 7 de noviembre de 2007

Bajo la luna llena


Cesar estacionó el vehiculo frente a la casona que servia de oficinas para una firma de publicidad, esperando que Eva saliera de su trabajo. La vio salir con un aire de elegancia nunca antes visto, el traje sastre de saco y falda arriba de la rodilla color beige y sus elegantes medias color piel junto a sus zapatillas crema, hacían juego con la blusa blanca.

“Dios, que linda se ve hoy esta mujer”, pensó Cesar abriendo la puerta del vehiculo para dejarla entrar, mientras Eva se sentaba, el vehiculo se llenó con el aroma su perfume y al momento que ella se acercó para saludarlo con un tierno beso en la comisura de los labios, él sólo alcanzó a decirle “Hoy estas preciosa”, “gracias” respondió ella mientras acomodaba su cabello de una manera muy coqueta, “todo esto lo hago para ti; a ver que sorpresa me tienes” continuó diciendo Eva; “la verdad que no hay sorpresa” dijo Cesar, “únicamente deseaba estar contigo, además no tengo nada planeado, las cosas salen mejor si se improvisan”.

Una hermosa luna llena bañaba el cielo con su luz, Cesar entonces dirigió el vehiculo sin rumbo fijo, aprovechando cada luz roja de los semáforos para besar los suaves labios de Eva, la época otoñal, hacia que el frío invitara a estar abrazados, cada luz roja encendía mas la pasión entre ambos, haciendo que los besos fueran cada ves más apasionados. Eva exploraba con su ávida lengua la boca de Cesar, y la lengua de él se entrelazaba con la de ella; luz verde de nuevo, ella ahora lo abrazaba mientras que con la otra mano acariciaba la entrepierna, sintiendo aquel miembro cada vez más duro y deseando salir.

Al llegar a la intersección de caminos, Cesar decidió virar hacia la derecha, era obvio que el destino final era la playa, solitaria en estos días de invierno. Durante el camino, Eva introducía su lengua en el oído de Cesar y su mano se había abierto paso por la cremallera del pantalón y de los bóxer, ahora tenía ese miembro en su mano, recorriéndolo suavemente de arriba hacia abajo, haciendo que Cesar perdiera el control del vehiculo en más de una oportunidad, “Cuidado amor, ya tendrás tu recompensa”, susurraba Eva al oído. El vehículo se detuvo en el mirador y ambos se entrelazaron en un interminable y apasionado beso, mientras Eva acariciaba el pene de Cesar, este se dispuso a desabrochar la blusa de ella y a quitar el broche frontal de su brassiere, para revelar esos increíbles senos que siempre deseaba besar, notó que los pezones estaban muy duros y deseaban ser besados, se inclinó lentamente y comenzó a darles pequeños mordiscos mientras la mano izquierda bajaba por el vientre hasta llegar a la entrepierna que estaba en estos momentos muy caliente, Eva abrió un poco las piernas para dar paso a la mano que deseaba acariciar el anhelado tesoro.

La incomodidad de la parte delantera los obligo a cambiarse al asiento de atrás, luego de mil acrobacias, estaban instalados en el asiento, había mas espacio y Cesar logró zafarse los pantalones y el bóxer para que Eva se diera a la tarea de poder acariciar con mayor comodidad el miembro que parecía iba a explotar, “que hermoso pene, tengo deseos de besarlo”, dijo Eva mientras se inclinaba para estar más cerca, lentamente colocó sus suaves labios en la punta del miembro y poco a poco comenzó a introducirlo en su boca, Cesar podía sentir el calor de la boca de Eva mientras ella con su lengua toda la longitud de aquel pene que ahora estaba desbordando liquido preseminal, “mmmmmm, delicioso” dijo Eva, mientras tomaba aire para de nuevo introducirlo dentro de su ahora hambrienta boca.

Por la posición en que ella se encontraba, para él fue demasiado fácil recorrer con su mano la espalda de Eva hasta llegar a sus nalgas y levantando la falda se dio cuenta que ella estaba usando ligueros, lo que le permitió hacer a un lado la tanga para poder acariciar la conchita de Eva, se podía sentir la humedad mientras introducía un dedo, luego dos…, estos entraban y salían al mismo ritmo que su pene lo hacía en la boca de ella, la excitación estaba subiendo la temperatura dentro del vehiculo haciendo que los vidrios se empañaran y la atmósfera se volviera sofocante. Cesar bajó un poco las ventanas de las portezuelas, lo que hizo que el sonido de las olas producidas por el mar calentara aun más a Eva.

Luego de varios minutos de maravilloso sexo oral, Eva se incorporo, sentándose a horcajadas frente a Cesar y mientras lo besaba apasionadamente, se colocó el pene para que éste entrara lento, cuando estaba posicionada, bajó lentamente para sentir cómo se introducía dentro de ella aquel miembro duro y suave a la vez, “ahhhhhh, que delicia”, “cogeme despacio”, le alcanzo a decir al momento que comenzó a subir y bajar con delicadeza. Por la posición, Eva controlaba la velocidad y la penetración, que comenzó con un vaivén suave, que ella manejaba a su antojo, pero que poco a poco iba subiendo de velocidad. Mientras colocaba sus brazos alrededor de él, colocó sus piernas sobre las de Cesar, haciendo que cada embestida fuera más sensible para ella, “siiiii, ahhhhhh, cógeme, duroooooo”, gritaba Eva dentro del vehiculo, mientras que la penetración ahora era salvaje, con una velocidad que hizo que ambos alcanzaran pronto el primer orgasmo. Un largo gemido se escucho dentro del auto al momento que Eva se desfalleció sobre Cesar por aquel intenso placer que se mezcló con la volcánica eyaculación de él, quedando así unos breves instantes, sentada sobre Cesar.

Se incorporaron y ella se bajó de él, sentándose en el asiento, mientras lo hacia, abrió sus piernas ofreciendo su conchita muy mojada, una invitación que Cesar no desaprovechó; se inclinó y comenzó a recorrer con su lengua la entrepierna de Eva, mientras se acercaba a su vagina, sus labios apresaron aquel clítoris que estaba muy hinchado, Eva levantó las piernas sobre los respaldos del asiento delantero y trasero, la luz de la luna entraba por las ventanillas y Cesar pudo apreciar en todo su esplendor aquella vagina bañada por la luz de la luna, su lengua recorría sus labios vaginales hasta llegar a su ano, aquél ano rosado, suave, que él nunca dejaba de lamer tratando de dilatarlo con su lengua, “¡ahhhhhh, massssss, quiero que me cojas por atrassssss!”, gritaba Eva cuya excitación la llevó a otro fuerte orgasmo.

Todas estas reacciones hicieron que Cesar tuviera otra erección y lentamente colocó su pene en el ano de Eva, ahora muy lubricado por la saliva; fue introduciéndolo muy despacio hasta que estuvo todo dentro, “déjalo allí un momento, quiero sentirte dentro de mi, ahhhhhh, quiero acostumbrarme a tu pene” dijo con voz entrecortada Eva. En instantes, César comenzó a moverse lentamente, era un goce mutuo y las ganas fueron aumentando. Entre gemidos, Eva le dijo a César "¡¡¡no pares… cógeme duro!!!”. Una de las manos de César sujetaba la cintura de Eva con fuerza, impulsándola hacia su cuerpo, la otra acariciaba su clítoris. Un intenso placer se apoderó de los dos y juntos llegaron al séptimo cielo. César derramó todo su semen dentro del ano de Eva, la sensación fue indescriptible, una experiencia para repetir sin dudar.
Ambos quedaron sonriéndose uno al otro, sus cuerpos bañados en sudor, abrazados, mientras escuchaban la olas del mar que junto a la luna llena, hacían de aquél momento algo inolvidable.

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